EL ESPACIO VITAL DE ESTADOS UNIDOS Por Juan Carlos Caffoll Quesada (ESCRITOR Y DOCENTE)

OPINIONES Y SARCASMOS VENENOSOS06/04/2025 OSCAR SIERRA PANDOLFI (COORDINADOR)
Trump-2DFD


La nominación del área geográfica comprendida entre el Ártico y Panamá, como el espacio existencial de los Estados Unidos; valoración vox populi, en la que coinciden, especialistas de diferentes disciplinas, norteamericanos y del mundo; abre la oportunidad de explorar el momento coyuntural, bajo la presidencia de Donald Trump, relacionado a la región.
A la luz de los hechos históricos, vinculados con la derrota del Imperio Español en el Caribe, zona geográfica en la que se ubica nuestra Honduras, resulta relevante apuntar que, durante el último periodo, de la existencia del Virreinato de La Nueva España.
Los españoles establecieron, para proteger sus intereses, guarniciones navales estratégicas, en los sitios que conocemos hoy como las fortalezas de Santa Bárbara, en Trujillo, una de las más antiguas; y San Fernando de Omoa; esta última, la más grande e importante de la región.
Como sobrevuelo: Luego de que para España resultara imposible continuar haciendo frente a los anglosajones, y sus agentes, en el ámbito del mar Caribe; y puesto que los criollos buscaban la emancipación; España pacta retirarse, dejando a sus leales en el poder nominal, de las pequeñas parcelas centroamericanas; establecieron sus últimas bases y esperanzas, en Cuba y Puerto Rico, desde donde esperaban resistir la caída de su poderío, y el surgimiento de los anglosajones. No lo lograron.
En ese mismo espacio geográfico, durante la guerra fría, la potencia hegemónica, con su doctrina de la supremacía aérea y de control de los puntos de estrangulamiento, estableció, en la región, su base militar más grande en Palmerola, Comayagua.
Otra similitud, es que al igual que los españoles, tienen la posesión de Puerto Rico, y la Bahía de Guantánamo (no el control de Cuba); además de otras instalaciones de mayor o igual jerarquía diseminadas en el continente.
Lo determinante, es que, de hecho, y sin tomar en cuenta el sistema diseñado desde Breton Woods; el gobierno de Donald Trump, validando el cinismo a manera de estructura de acción política; in extremis, anuncia ese expansionismo, que, en el fondo, se interpreta como una retirada hacia este nuestro espacio vital, en el que esperan contar, con los recursos materiales, mano de obra, y tiempo, desde donde reconstruir y recuperar la supremacía. Sin preguntar a nadie.
Esa especie de escape hacia el Ártico, a retomar el Canal de Panamá; o la urgencia de renombrar el Golfo de México, para succionar el petróleo de los otros países propietarios, es de corte unilateral; aún tienen que lidiar con los colaterales de esas medidas; resolver sus conflictos presentes en otras regiones, donde han encontrado, que no es tan fácil cómo construir con bloques de lego, o postear en redes sociales de tu propiedad, pues hasta allá, no alcanza la jurisdicción del sheriff.
Para sobrevivir, el viejo orden debe ser desmantelado desde adentro; no obstante, no hay acuerdo entre las partes; sino que, la facción triunfadora en las últimas elecciones, pretende, desde esa legitimidad de las urnas, destruir; pero, nada más, los tentáculos leales al bando contrario; a los mestizos, a los sectores contribuyentes, y conceder el control total a un sector de hiperricos sin nación, ni lealtades hacia Estados Unidos como patria.
El Monarca Español, otro Borbón; no comprendió su tiempo, y España lo perdió todo; no lograron gestionar la trampa final de la decadencia del imperio.
Falta ver si a Donald Trump, y a sus partidarios, les alcanza la visión; la energía vital, personal y política, para llevar a cabo esa expansión salvadora, o si se queman en el arranque.
Arrastra los hechos ineludibles, de que los adversarios, lo tienen al alcance de la mano; él no es Rey, sus decisiones no son absolutas; deberán pasar por varios tamices, que están fuera de su control; algunos con poderes inmunes a sus payasadas.

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